No hay visita a Seattle que no se complete con el Factory tour de Boeing. Y no es un outlet.
La planta de Everett está al norte de Seattle y es la dedicada al ensamblaje de los aviones de fuselaje ancho. Es el edificio por volumen más grande del mundo.
Está ubicada al costado de un aeropuerto Paine Field o Snohomish County Airport. Una curiosidad del mismo es que es un aeropuerto municipal, por lo que puede ser usado por cualquiera (no tiene vuelos comerciales).
La página donde se reserva el turno es www.thefutureofflight.org. Es casi mandatorio hacer la reserva en forma previa, ya que los grupos son limitados y solo se puede visitar dentro del tour organizado por el empresa. La entrada cuesta USD 25 para adultos, 15 para menores de 15 años, que además deben medir al menos 122cm, y 23 para mayores de 65.
No confundirlo con el Museo de la aviación, del que te contaba en este post http://raspandoelmapa.com/2018/08/06/museo-de-la-aviacion-de-seattle/
Primer frustración que vas a tener, es que no se pueden sacar fotos ni llevar celular ni ningún tipo de trampa que se te ocurra. Hay unos casilleros gratuitos para dejar las cosas o directamente en el auto.
Por ello, está bueno llegar con tiempo, por si llega o se va algún avión, como me toco a mi con el Dreamlifter apenas llegué. Estimo que por la mañana habrá más movimiento. En todo el resto del día no llegó ninguno de Boeing ni salió ningún avión. Es cuestión de suerte.
En el edificio de comienzo, hay algunos elementos para apreciar, como el fuselaje de un 787 para verlo de cerca como es esto de los componentes especiales que se usan ahora.
También hay algunas carcazas de turbinas para tomar dimensión del tamaño, en especial del 777, que es la más grande de todas.
En la planta baja hay un gift shop muy bueno, donde se pueden comprar desde maquetas hasta elementos de descarte como un carrito de comida o timones.
En la terraza se pueden sacar fotos hacia la pista, la zona donde se descargan el Dreamlifter y en este caso, el Antonov (nos comentaron luego que se lo usa por lo versátil que les resulta)
Del otro lado de la pista, se ve la planta de ensamblado en sí, los hangares donde se pintan los aviones y todos los que están casi listos para entrega.
El tour en sí, comienza con una película institucional, y las advertencias de no baño y no foto ni celular. En dos grupos, subimos a unos ómnibus que nos trasladaron hasta la fábrica. Ahí en las puertas se distinguen a que línea de producción vamos a encontrar dentro. Está la del 747 y 767 en una, el 777 al lado, una que no pudimos acceder porque estaba el 777x (el primero), del cual solo vimos la cola y el lomo del fuselaje de lejos, y la del 787, que es la más activa por lejos.
Por un pasillo subterráneo y un montacargas luego, accedemos a unos pasillos en altura donde nos dan la explicación de como es la distribución del trabajo, y como se ordenan las áreas, se puede preguntar todo lo que la curiosidad y el inglés permita (no hay otro idioma) pero la guía que me tocó resultó muy predispuesta con todos.
En cada línea de producción están los isologos de las aerolíneas que tienen pedidos de cada avión.
Hay tiempo para apreciar tranquilo aunque se deben respetar los ritmos del grupo. De las cosas interesantes es ver desde arriba estos gigantes, desarmados aun en algunos casos (las alas de un 747 estaban a la espera de un fuselaje) y ver algunas pruebas en vivo. Por ejemplo, vi un Dreamliner subir y bajar su tren de aterrizaje en forma continua, sostenido en las alas por unos caballetes (como vi luego tambien en el hangar de Aerolineas)
Al partir, uno puede cruzar la fabrica por el costado, ya que la autopista pasa por el medio, por debajo de un puente por donde trasladan los aviones a pintar y al aeropuerto. Igual no esperen pasar por debajo de un avión en movimiento, ya que nos aclararon que ese movimiento normalmente lo hacen de noche para no distraer a los conductores.
Definitivamente, la no foto deja un sabor algo amargo por no poder revisar tranquilo luego lo que uno ve, pero más que entendible por parte de la empresa. Mientras la memoria no falle, todo bien.
Por eso disfrute mucho más aun la visita a los hangares de Aerolineas, donde si bien los aviones no son los mismos, la cercania y el poder tocar, complementando lo que vi en Seattle, fue maravilloso (http://raspandoelmapa.com/2018/07/30/visita-a-instalaciones-de-aerolineas-argentinas/)