Primer reporte de viaje. Completo. De punta a punta. Para el primero no vamos a escatimar en escalas, aunque si las hubo en viaje.
Llegué 4.30AM a Ezeiza ya que el vuelo salía 7.50AM y quería aprovechar las bondades del pasaje en Business sacado con millas.
Ezeiza al menos en el hall no estaba tan desierto como creía, aunque sí parecían algo más vacíos los sectores de embarque. Pero todo lógico para la hora.
El check in fue rápido dado que llegué temprano y tenía acceso a prioridad, declaré los electrónicos nuevos y pasé migraciones rápido, aunque fue lo más concurrido.
Me dirigí al Salón de Latam, que no conocía, porque siempre acudo al Star Alliance por Priority Pass o Aerolíneas por ser Platino.
Es muy grande, acorde al hecho de ser una de las aerolíneas de más movimiento del aeropuerto. Así y todo, no da esa iimpresión ya que tiene muchos muebles divisores y buena altura, que crean livings y espacios para mesas para comer más cómodo, sin tener que “distraerse” con el constante movimiento que tiene.
Desayuné bien para matar la espera. Hay muchas opciones, de las sanas y de las más ricas. Cafetera de cápsulas. Helados (los chicos los detectan rápido). Cómodo para pasar esos últimos momentos en tierra. Agradable y limpio.
Al momento de embarcar, me crucé con Eduardo y Alejandra de @FamiliaViajera6, que iban a presentar su libro en Guardianes de Sueños en España. Arrancamos muy bien así. De paso, les dejo el link a la presentación del libro
El primer tramo fue en un 767-300 de poco más de 10 años. Asiento 1A (así saqué todos los vuelos).
Las últimas fotos fueron a los aviones que iban llegando, como el de Air Canadá donde venía Valeria Smith (si miran bien, se la ve por la ventana).
También hubo tiempo para retratar la 11-29 impecable y pasear por la 17-35 en el camino.
A pesar de la edad, el avión parece impecable. Tripulación peruana. Muy cómodo (como quejarse casi de un asiento cama completo y buen servicio). Mucho espacio
Seguimos desayunando. Muy rico el omelette.
Como todo viaje de día, lo bueno de estar en la cama, es ver muchas pelis, y no dormir tanto como para ir adaptándose al nuevo huso horario. Hay muchas opciones de series y películas.
La llegada al aeropuerto de Lima es poco vistosa. Muy gris y con entorno muy industrial.
Un punto muy flojo de esta escala, es que Latam no tiene VIP en Lima, a pesar del movimiento que tiene. Hay que pasar por el mostrador de atención para pasajeros en tránsito y te dan un voucher para usar en algunos locales de comida por USD 20. Como la escala era corta (menos de 2 horas), aproveché que uno estaba al lado de la próxima puerta de embarque y probé un ceviche (muy rico y picante a la vez).
Ahí ya podía ver el 787-9 esperandome. Tenía apenas añito y medio.
Si bien la configuración y espacios son similares, se siente más moderno que los 767.
Y como era hora de almorzar, no esquivamos la situación.
Opté por algo más liviano, como los langostinos. Un par de porciones de queso con una mermelada y una sana ensaladita.
Se arruinó todo con el helado.
Seguimos la tarde cinematográfica, con bastante agite, supongo que por la cordillera, pero nada que hiciera suspender el servicio.
La vista a través de las ventanillas oscurecidas es hermosa.
Pude hasta llegar a detectar un avión cruzando en dirección contraria.
Siguió la sesión de entretenimiento, mechada con algo de estudio de los primeros pasos por Los Angeles al día siguiente.
La cena un asado pero hecho con salsa y unas verduras muy sabrosas, la mejor ensalada de las 3 y un postre que no pasó como un gran recuerdo.
Un aterrizaje gris en LAX pero imponente en su movimiento le dieron casi final a la jornada.
El desembarque se vio demorado por una pasajera que fue retirada por personal de seguridad, ya que subió algo embebida en alcohol y estuvo bastante molesta durante el vuelo, según me llegaron a comentar. Fue retirada acompañada.
ADVERTENCIA: con tanto uso del teléfono, se descargó tanto la batería que lo puse a cargar. Ojo con el movimiento del asiento y los enchufes: pueden hacer que al inclinarlo o enderezarlo, haga que el mismo caiga. Y eso lleva a que te tengas que quedes hasta el final esperando a mantenimiento. O tener una tripulación buena onda que entre 4 TCP intenten desarmar el asiento sin romperlo y meter mano entre caños y cables para rescatarlo. Bravo por Pablo.
Y como quedamos solos, pedí por primera vez pasar a la cabina y los pilotos argentinos me cedieran asiento y gorra.