Si sos argentino, de entrada no se entiende el título. Lo más normal, sería Mendoza y los vinos. Pero hay un pueblito en California, ya pasando Napa Valley hacia el norte, que se llama Mendocino, que tiene menos de 1000 habitantes y que vale la pena el desvío.
Para mí además, fue la puerta de entrada para el parque Redwood, donde las sequoias reinan, y que fue uno de los puntos más altos en disfrute del viaje a la Costa Oeste de 2018.
Advertencia: hay muchas fotos con auto y personas, porque es la única forma de tomar dimensión del tamaño de estos bellos gigantes.
Mendocino
Salí desde Carmel By the Sea (como te contaba en este post http://raspandoelmapa.com/2018/07/09/home-by-the-sea/), pasando de largo San Francisco, que lo haría a la vuelta desde el norte.
Si bien está sobre la famosa ruta 1, no lo hice por ahí, ya que se hubiera hecho muy lento. En su lugar fue por la 101 y 128, más alejadas de la costa. Desérticas, pero con algunos viñedos para poner un poco de verde en el horizonte (paisaje algo similar a nuestra Mendoza).
A medida que llegaba a la costa, al cruzar las montañas (caminos sinuosos no aptos si te mareas), el primer anticipo de lo que vendría fue el Parque Navarro River. Aparecieron los primeros bosques de sequoias, mezcladas con vistas del rio.
La desembocadura al océano Pacifico me despidió de los bosques por el día, pero me empezó a regalar las vistas de los acantilados frente al mar. La primera fue Navarro Point.
Y llegué a Mendocino, que claramente tiene menos de 1000 habitantes. Su atractivo reside en un hermoso juego de vegetación, vientos, acantilados y preciosas casas, en una combinación de paz absoluta.
Caminar por los senderos con pastos alrededor que se mecen al constante viento, frio por cierto. Tan constante es el viento que hasta los tanques de agua están apoyados en bases de tipo piramidal para sostenerse más en el tiempo.
Esta comunidad tiene muchos lazos con el cine, ya que se usó para muchas películas, por su belleza y cercanía a Los Ángeles, muchas de ellas, simulando ser uno de los pueblos característicos de la costa este. De hecho, la más famosa de sus intervenciones, fue ser la “residencia” de Angela Landsbury en Murder, she wrote (Reportera del crimen), que supuestamente ocurría en Maine.
Tan atado están al cine, que hasta tienen un festival que cada casa publicitaba.
El ambiente es cautivante en su sencillez. Hasta el supermercado es para pasar largos ratos. Se puede bajar a una playa para pasear y sacar millones de fotos con los ángulos que generan el mar y el sol.
Cabrillo Point
Al día siguiente, continuando la marcha al norte, pasé por Cabrillo Point.
Como cualquier zona con rocas en el mar, cada tanto se puede encontrar un Faro. Y si bien no puede subirse a este, ya que está en funcionamiento, se puede visitar todo el parque alrededor, así como las instalaciones de las antiguas casas de los cuidadores, algunas de las cuales, también se pueden alquilar.
Para el que quiere experimentar el cuasi campamento con grupos familiares, debe ser una oportunidad. De hecho, hay tan poco movimiento, que cuando volvía a la entrada del predio, me cruce con varios ciervos pastando por ahí.
Mendocino coast
Toda la zona norte de la ruta 1 tiene cada tanto algún pueblo o mirador, que permite parar y ver como se desarrolla la costa al norte y sur.
Pero lo hermoso es saber que uno llega al final del recorrido de una mítica ruta y tenés la oportunidad de ver su cartel de fusión con otra. El viaje sigue pero la ruta no.
Avenida de los Gigantes
Por absoluta recomendación del hotel en Mendocino, me desvié de la ruta principal hacia un camino paralelo que se llama Avenida de los Gigantes, dentro del Humboldt Redwoods State Park.
Durante algunos kilómetros, va serpenteando y esquivando la mayor cantidad posible de árboles para darte la posibilidad de admirar estos gigantes rojos que son las sequoias de la zona.
Tienen casi 100 metros de altura (llegan a 115 la mas alta), casi 8 metros de diámetro. Hasta los 20/25 no tienen ramas cuando están desarrolladas. Y pueden vivir 2000 o 3000 años. Es decir que alguna puede ser de Antes de Cristo. La mayoría ronda los 90 metros, 6 metros de diámetro y 600 años.
La luz que entra entre el follaje es hermosa. Los juegos de verde y rojo de los bosques te perturban porque no podés creer semejante belleza.
Los fans de Star Wars además nos sentimos perplejos, ya que muchos sectores que se pueden recorrer fueron inspiración para el Retorno del Jedi (la persecución entre los árboles que se ve en ese episodio fue filmado en zonas privadas pero similares a estas).
Te quita el aliento. Hay un sector llamado bosque Rockefeller, porque esa familia se dedicó a salvar estos bosques de la explotación.
Parar y caminar un rato es imprescindible, aunque en algunos sectores los senderos no son buenos y podés sentirte algo perdido. Llevar la batería cargada para ubicarse con GPS y agua es una buena recomendación.
Los árboles caídos te permiten apreciar la belleza que hasta las raíces tienen, además de ver el tamaño de todas las dimensiones posibles.
El sendero más importante es el Founders Grove, que tiene uno de los más altos (Founders Tree) y uno de los troncos caídos que fue el más alto hasta 1991, Dyerville Giant, con 110 metros de alto y 16 de diámetro, el que se estima en 2000 años de antigüedad.
En definitiva, un descanso válido entre grandes ciudades, mezclado con la naturaleza testimonial de siglos de evolución en un solo ser. Mezcla de asombro y belleza. Pocos lugares en el mundo brindan semejantes colosos vivientes con tan fácil acceso.