Por si no lo recuerdan, Saint Exupery, el autor de El Principito, era piloto. Cuenta la historia (no es leyenda), que en 1930 se encontraba realizando un vuelo entre Buenos Aires y Asunción para Aeroposta Argentina, de la que era piloto.
Por alguna razón o decisión, aterrizó en un descampado muy cerca del Río Uruguay, en la parte norte de Concordia, cerca de lo que es conocido como el Castillo de San Carlos.
No es un castillo en sí, sino que era una enorme casa en la parte más alta de un terreno de pequeñas lomadas, típico de Entre Ríos (cerca de ahí está la represa de Salto Grande)
El avión metió una de sus ruedas en una vizcachera y quedó detenido. Saint Exupery fue recibido por dos niñas, hijas de la Familia Fuchs Valon, que hablaban en francés entre ellas, riéndose de la situación y sin saber que el piloto justamente era francés.
Fue recibido en la casa para alojarse durante dos semanas, mientras reparaba su avión.
Pudo disfrutar de un entorno espectacular. Hoy en un hermoso parque que se puede caminar, pero en esa época era todo el terreno de la casa.
Los lugareños dicen la forma de vida de la familia inspiró en parte la creación de El Principito, ya que las niñas, a las que el autor llamaba princesitas, criaban animales, entre ellos, dos zorros y algunas serpientes, y eran de expresar mucho sus sueños, dentro de una estricta educación dentro de la casa. Pero eso lo vamos a dejar a quienes conocen bien la obra y su génesis.
El Castillo de San Carlos
Esta casa data de 1888, como aparece inscripto en el portón de entrada. También tiene las iniciales de su constructor y primer dueño, Adrien Édouard Demachy, un millonario francés, que construyó esta casa para desarrollar sus fábricas: un saladero, conservas de carne y fábrica de velas.
Lo cierto que no fue tan hábil en la administración como en la construcción. De acuerdo a los libros de contabilidad de la empresa (alguno aun se puede ver en el pequeño museo), pudieron confirmar el estilo de decoración de la casa, pero que también sus empresas nunca fueron rentables.
Al poco tiempo, el hombre volvió a Francia, dejando un tendal de deudas bancarias, que no habían hecho más que postergar lo inevitable.
Se ha determinado que la casa tenía importante ornamentación interna, con terciopelos que colgaban de las paredes, mármoles que cubrían pisos, desagües, circulación diferenciada entre la familia y la servidumbre, una quinta de vegetales que abastecía la casa, y como era costumbre, distinguía la entrada con el escudo de la familia.
Está construida en desniveles y la entrada principal es por el lado del río, aunque la visita comienza por el patio trasero.
La casa fue pasando de dueños en distintos remates, siendo alquilada también en forma temporaria por familias que eran trasladadas a la zona por la actividad fabril de la primera parte del siglo XX.
Fue así que la mencionada Familia Fuchs Valon la habitaba al momento del aterrizaje de Saint Exupery.
Un incendio en 1938 la destruye en forma importante y la casa comienza a sufrir el deterioro del paso del tiempo y el vandalismo por estar desprotegida. Así se perdieron todos los ornamentos de valor.
En 1966, luego de comprobar la veracidad del paso de Saint Exupery, la Embajada de Francia colocó una placa en homenaje al autor.
Pero recién fue en estos últimos años que se decidió recuperar los restos para poder conservar de mejor forma la misma. Y por los resultados que se ven y el video donde muestran los detalles de la restauración, realmente se hizo a conciencia y con mucho empeño.
Hace 4 años se terminaron los trabajos que implicaron reconstruir algunas paredes y sostener algunas otras, se pusieron pasarelas muy cómodas de transitar, se iluminó muy bien para apreciar ese color rojizo de las paredes originales, se colocó un piso damero similar en composición al original y se armó un pequeño museo con elementos recolectados durante la tarea o recuperados de familias de la zona.
La guía, en nuestro caso a cargo de Federico, te llena de contenido y entusiasmo y vale la pena hacerla. Responde todo lo que quieras. Igualmente, se puede recorrer sin ellos, ya que es muy simple. Pero créanme, agrega un montón.
A metros de la casa, hay una estatua de El Principito, muy bella y también muy bien iluminada.
Datos para la visita
Se puede llegar con el auto hasta la entrada del castillo, por lo que es muy fácil el acceso. Después pueden caminar por la zona. El predio incluye un jardín botánico.
Entre de casualidad (en realidad fuimos por la zona para caminar un rato) y terminamos llevándonos una hermosa sorpresa. Al final de una jornada laboral, no está nada mal.
Si andan por la zona, no dejen de incorporarla a sus actividades.
Para consultar horarios actualizados, la página es www.concordia.gob.ar. La entrada cuesta $ 70.- y ahí tienen los horarios de visitas guiadas.
Recomendación final: el atardecer te permite ver los colores más lindos.
Me encantó, no sabía de su existencia. Agendada
Que bueno! Es una linda alternativa para quien anda en zona!