Penúltima etapa. La emoción nos va embargando. Por suerte las piernas nos vienen respondiendo. Cada vez, nos sentimos con más energía creo, porque vamos viendo todo sucede mejor que lo imaginado.
Vamos abandonando Arzúa y el camino se va transformando de a poco en más urbano a medida que nos vamos acercando. En esta etapa es por la mezcla con rutas pavimentadas. Pero no dejamos de tener nuestra cuota rural.
Partida solitaria desde el centro del pueblo bajo una mínima llovizna. Si bien no es corta, es una etapa bastante pareja y ya hemos tomado nuestro ritmo.
El Camino hoy está bastante poblado. Tiene mucho que ver con los horarios de salida y a que nos vamos acercando al destino final. De hecho, hoy nos cruzamos con todos los tipos de peregrinos: a pie, caballo y bicicleta.
Cuando el sol comienza a asomar por entre las nubes, regala unos claroscuros en los paisajes con el dorado del sol que crece, que invita a mirar ese verde gallego hasta el infinito.
En un momento nos cruzamos con un muy astuto flautista que tocaba en la soledad del bosque y daba un toque místico a ese pequeño tramo (no vi gnomos).
Venis caminando solo por el bosque y además de los pájaros empezas a escuchar una flauta y todo es serenidad#ArgentinosEnElCamino pic.twitter.com/9YH9yv6APV
— Raspando el mapa (@RaspandoelMapa) April 19, 2019
Hubo una cuota gastronómica como corresponde. Pronto en la etapa, me crucé con Juano saliendo de Biergarten Tia Dolores (así como suena la mezcla) en la aldea de Outeiro, y me recomendó los bocadillos de lo que fueran, porque el pan tenía un sabor crujiente único. Yo hice caso.
Pero la parada técnica obligatoria para el Cola Cao terminó siendo en Marela Cantina, por A Brea. Un lugarcito moderno pero de muy buena cocina (como casi todo lo que encontramos)
Resultó muy bueno para reencontrarnos entre varios y encarar la etapa final hasta A Rua, a través de unos hermosos bosques de eucaliptus.
A Rua
Esta mínima aldea, a sólo 20 km de Santiago (tan cerca que se puede pedir delivery o pueden llegar en taxi los primos de Juano) está formado por casas de piedras y fincas en plena producción.
Paramos en el hotel O Acivro. Dos estrellas pero con muy buenas instalaciones para con mejor clima, hasta usar la pileta y sus parques. No es que nos hicieran falta más verde, pero tuvimos un muy buen encuentro de mates por la tarde, relajándonos y conociéndonos más.
Hay otras alternativas, incluyendo un camping muy equipado.
Al atardecer aproveché para recorrer un poco los alrededores y fascinarme con las vistas de campos tan diferentes a las nuestras, con horizontes cercanos.
La tarde tambien tuvo ronda de mate y charla, ya que casi todos estabamos alojados ahi. A veces nos amontonamos.
A la noche, hubo cena con algunos del grupo, brindis y al final, por supuesto, chupitos. Porque hay joda.
Etapa previa Camino de Santiago – Un año – Dia 4 – Melide Arzua
Etapa posterior Camino de Santiago – Un año – Día 6 – A Rua Santiago – Final del Camino