Venía recorriendo la costa oeste desde Los Angeles en auto, con mucho paisaje encima, pueblitos y ciudades chicas muy rurales, hermosas pero tranquilas. Pasé Seattle de largo para llegar a Vancouver (que no cubrió todas mis expectativas, pero lo contaré en otro post) y recién ahí volví a Seattle para recorrerla.
De entrada, fue mi primer experiencia Airbnb, que resultó excelente, todo funcionando como fue propuesto y con un sótano de una casa, totalmente equipado para disfrutar. Que sótano no te suene oscuro, ya que tenía esas ventanas altas que en realidad de afuera son al ras del suelo. Muy bien pensado.
Llegué tarde porque había aprovechado el Premium Outlet a mitad de camino, y no había salido además temprano de Vancouver para aprovechar a recorrer algunas cosas más. Por lo que fue descansar y aprovisionarme para los buenos desayunos hechos en casa.
Al día siguiente, un sol radiante me esperaba para arrancar en el Pike Place Market, un mercado en pleno dowtown, casi pegado al mar, con un característico cartel del que te enamorás tanto como de la Space Needle.
Seguramente potenciado por ser sábado, el lugar hervía de gente, pero con mucha onda. Venía de mucha tranquilidad durante varios días y necesitaba esa energía urbana.
De entrada me crucé con un trío que tocaba blues en la calle, que daba para quedarse un largo rato.
Lo que es el edificio principal del mercado (en realidad abarca una zona), hay productores, restaurantes, artesanos, al mejor estilo de los mercados europeos. Muy entretenido y variado.
También está la estatua del chancho que es símbolo del mercado. Me arriesgo con la única foto que saqué a que me distingan de él.
En los alrededores hay varios comercios reconocidos, donde las colas pueden ser eternas. El primero es el supuesto primer Starbucks, donde ni intenté entrar ya que me había enterado que no era el primero. Es mucho mejor ir a Starbucks Roastery and Reserve, que te conté en este post.
Otro de los locales concurridos es Piroshky Piroshky. Es una tienda de especialidades rusas. Hay cosas dulces y saladas y hay otros locales si uno quiere degustar tranquilo durante la estadía. O me acerqué al final del día y me llevé cosas para el camino y para probar en el momento. Valió la pena la vuelta.
Otro que la cola va más rápida es la quesería Beechers. Se puede pasar para degustar algún queso y salir sin comprar, pero es muy tentador llevarse algo.
Por los alrededores hay comidas de todos los países, como ciudad cosmopolita que es. Creo que lo más conveniente es pasar luego del mediodía para hacer un almuerzo tardío o ir día de semana si el objetivo es la degustación. Se consiguen hasta alfajores y yerba si uno está urgido.
También hay comercios interesantes, de cocina o como Metsker, una tienda de mapas y cosas relacionadas a los viajes, donde pasé un buen rato.
A lo lejos se divisaba una rueda gigante y los estadios de los equipos de fútbol americano y beisbol de la ciudad.
Mi recomendación es dejar el auto unas cuadras antes y evitar bajo cualquier aspecto llegar en el mismo por ahí, pueden tardar horas en atravesarlo (vi algún asiático intentarlo).
Cerca de ahí, un poco más al sur, está la biblioteca pública de la ciudad. Es un edificio sumamente llamativo, terminado en 2004.
Tiene la altura de 11 pisos. Su exterior es como una malla de acero y vidrio y le da un volumen y luz increíbles al interior.
Se puede recorrer libremente prácticamente en su totalidad, lo cual recomiendo hacer, porque uno va encontrando rincones internos y vistas exteriores al mismo tiempo.
Hay mucho juego con el color, como la zona de salas de reunión, en rojos furiosos.
Cuenta también con una cafetería (muy buena onda quien me atendió) y tienda de regalos, similar a lo que se encuentra normalmente en los museos.
El resto del downtown tiene un claro toque moderno, típico de las grandes ciudades norteamericanas. Pero de todas formas, tiene toque de edificios históricos que le dan personalidad.
La zona más comercial es quizás la más histórica, con antiguos edificios, pero con las propuestas más modernas dentro. Están todas las marcas que buscamos habitualmente y todas en distancias acotadas, para recorrer tranquilo, cortando para momentos cafecito como es la fama de la ciudad.
Una nota de color y que marca el clima, es que ví muchas zonas comerciales con techos transparentes en la vereda. Supongo que es para facilitar el caminar con la lluvia, característica en la ciudad. Aunque algunos dicen que es más que está nublada que lloviendo, pero a mí me tocó pasar de sol pleno a unas nubes impresionantes con lluvias pasajeras.
Hacia el norte está la Space Needle, otro de los íconos de la ciudad, totalmente identificable con la ciudad.
Construída para la Feria Mundial de 1962, tiene 182 metros de altura y su look vintage es parte de su atractivo.
Pensé que, al no ser ya tan alta con respecto a la ciudad, la vista me defraudaría un poco. La pifié por lejos. El día radiante no hizo más que elevara aun más el concepto que ya había logrado de la ciudad. Se puede ver claramente el movimiento de su puerto y todos los grupos montañosos que rodean la ciudad y que serán parte de una próxima visita, como el Olympic National Park.
Las vistas son gloriosas, a pesar de estar en plena reforma, lo que está advertido antes de sacar las entradas. Lo bueno es que la vista al puerto y la ciudad ya está lista. Ahora son vidrios inclinados hacia afuera y le dan una sensación mayor de vértigo. Los aviones que van a aterrizar en el aeropuerto parecen pasar a tu altura. Todo es pura alegría en un día brillante.
Todo el parque alrededor tiene algunos de los pabellones de esa Feria más otros que se fueron agregando (hasta hay uno diseñado por Frank Gehry) y han sido transformados en museos, como el de Cultura Pop, Chihuly Garden and Glass y el de Niños. Ninguno me atraía en particular, ni los precios ayudaban.
Lo que no podía faltar era tomar el monorriel, también sobreviviente de la Feria, que une este parque con la zona comercial. Viaje cortito de menos de 5 minutos pero que permite ver una zona en crecimiento y cambio, ya que por ejemplo, pasa por el complejo sede de Amazon.
Justamente la Sede de Amazon tiene, además de los dos edificios principales, un edificio llamado The Spheres, que es un recreo botánico para sus empleados, a la vez que se puede visitar como cuenta infoviajera.com en un post (no lo sabía hasta hoy mismo)
Lo más novedoso y de acceso libre (solo hay que registrarse en su app) es Amazon Go, como lo contaba en este post
Otra de las identificaciones de la ciudad es con la aviación. Por eso, dos medios días los dediqué al Museum of Flight y a la fábrica de Boeing en Everett. Aquí dejo los links a los posts
La ciudad es muy tranquila. No fui al downtown a cenar, si no que me moví cerca de donde me hospedaba e iba caminando a Capitol Hill, donde encontré una cervercería (no solo de café viven en Seattle).
Tan tranquila es que pude ver una entrega en la puerta de un edificio en esa zona (es decir, zona de movimiento nocturno un sábado a la noche), esperando iluminada en la puerta. Inverosímil por nuestros pagos.
Seguro que hay cosas por recorrer aun. Visitar lugares relacionados con el rock, ya que de aquí vienen Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden, entre otras.
Creo que no es casualidad cuando una ciudad es cuna de movimientos tan disímiles como empresas tecnológicas o grupos de rock. Algo hay de energía que la moviliza. Y juro que te interesen esos temas o no, esa vibra se nota.
Es una ciudad que tiene de todo en su identidad, música, paisajes, historia y el futuro, del viejo y del nuevo. El cóctel perfecto para la emoción.
Tremendo!!! Amo esa ciudad!!!
Pero me dejaste el cuello duro, algunas fotos salieron giradas 90 grados. La torticolis que tengo ahora valió la pena jeje
que raro. Supuestamente las vi derechas. Voy a chequearlo. A lo mejor tenemos alguna incompatibilidad de sistemas, jaja. Mis disculpas.
Volviendo a Seattle, realmente un hallazgo. Supero mis expectativas.
A mi me hizo acordar a Melbourne (Australia), en cada esquina ves una cafetería con baristas a la antigua, conviviendo con los starbucks, también ese aire a ciudad modernizada con nuevas fachadas espejadas a edificios viejos, arquitecturas nuevas y tecnología vanguardista como ejemplo Amazon Go
Melbourne me encantó. Quizás cuando fui no era la epoca de cafés (fui el siglo pasado para ponerlo en forma dramatica) pero si fue la ciudad que más me gustó la gente, que me gustó en general pero para mí ahí se destacó. Algo deben tener en común